miércoles, 18 de agosto de 2010

Reseña de José Hierro para el libro: Versos para después de una películade Manuel López Azorín





Unas palabras de José Hierro a modo de prólogo


Manuel López Azorín tardó en llegar a la poesía. Mejor dicho, tardó en conquistarla. Antes hubo un largo asedio hecho de búsquedas, renuncias, fracasos, hallazgos, experimentaciones: nada se le dio gratuitamente. Esa es la razón de que este tercer libro suyo, tenga debajo una trabajosa prehistoria, unos sólidos cimientos, sangre, sudor y lágrimas.

Versos para después de una película es un título engañoso, porque estos versos son la película. Cada verso, un fotograma que relacionado con el que le precede y el que le sucede, desembocan en el poema, en la secuencia que nos comunica un fragmento de la realidad – vivida, evocada, soñada con nostalgia – vivida por el poeta.

Este libro es un documental rodado en la memoria. Documental: es decir, escenas que no nacen sumisas a un guión previo.“No hay guión prefijado (…)sólo hay un cuerpo en blanco(…) para anotar en él las incidencias/ a lo largo del tiempo de rodaje.”

No hay duda: es la vida del poeta – en su espacio y su tiempo – la materia prima de la película, su sentido – el guión –suspira mágicamente en el montaje.

La poesía – lo he dicho mil veces – ve más que el poeta. Así que el poeta, ante las tomas de su realidad vivida, olvidada y evocada a través del filtro del tiempo, descubre por qué la poesía lo llevó hacia el punto en el que el libro comienza.“Hallar conocimiento y desde él / comunicar si puedo…cuanto sé / de lo vivido en mí / de lo que advierten todos mis sentidos / sobre lo más hermoso, sobre lo más horrible / para dármelo y dároslo”.

Manuel López Azorín es poeta sobrio de expresión, de voz susurrante – veta machadiana –, íntima. Comunica directamente con el lector, quien lo siente próximo, pues entre ambos no se interpone la expresión orquestal, el brillante fuego pirotécnico. No sólo escuchamos a un poeta sino a un amigo que renuncia a la pirotecnia de la palabra para que ésta entre, sin darnos cuenta, en nuestra sensibilidad, como una emoción.

Imágenes, metáforas, adjetivos que no sean los necesarios, los poéticamente imprescindibles han sido arrojados a las tinieblas exteriores. En este paraíso – y su ruptura – sólo viven palabras transparentes, radiantemente desnudas.

José Hierro
(1997)

José Hierro, llamado por mí y por muchos coloquialmente Pepe Hierro, fue un gran poeta español nacido en Madrid, 3 de abril de 1922, pero se crió en Santander. Perteneció a la llamada primera generación de postguerra dentro de la corriente que se dió en llamar Poesía del desarraigo.
Con una poesía evocativa e intimista desarrolló lo que él solía llamar poesía de reportaje y poesía de alucinación. Poeta testimonial y existencial obtuvo el Adonais en los años cuarenta(1947, fue Premio Nacional de Poesía en 1953 y 1998, esta vez por Cuaderno de Nueva York,una el Premio de la Crítica por Cuanto sé de mí, fue el primer poeta en 1981 a quien se le concedió el Premio Príncipe de Asturias, en 1990 le concedieron el Nacional de las Letras por su obra, en 1998 se le concedió el Premio Cervantes. Libros importantes suyos son: Alegría, Quinta del 42, Cuanto sé de mí, Libro de las alucinaciones, Agenda y Cuaderno de Nueva York. falleció el 21 de diciembre de 2002.

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