jueves, 26 de diciembre de 2013

Reseña sobre "Romancero flamenco" de Manuel López Azorín, escrita por Manuel Cortijo Rodríguez para la Tertulia "Eduardo Alonso"



(Presentación de Romancero Flamenco,  de Manuel López Azorín, tertulia literaria “Eduardo Alonso”. 17 de diciembre de 2013)
              
(Nota: Todas las fotografias fueron realizadas por Carlos García Sánchez)

    Presentación de Manuel Cortijo Rodríguez

Un racimo de luz

De izquierda a derecha, Manuel Cortijo Rodríguez, Manuel López Azorín y Nicolás del Hierro


La ciencia y la cultura españolas tienen no pocos débitos contraídos con el filólogo, historiador, folclorista y tanto más don Ramón Menéndez Pidal, que vivió a partir de los diez años en Albacete, donde inició la Segunda Enseñanza en un Instituto de la capital cuchillera, que luego prosiguió en Burgos y Oviedo. Entre las grandes conquistas en las que participó y de las que se ha beneficiado y enriquecido la literatura española, destaca la recuperación del Romancero, considerado por don Ramón en su libro Flor nueva de romances viejos (1928), como un producto meramente medieval, cuyos primeros pasos inicia en 1900, aprovechando su viaje de novios. A partir de este primer atisbo devocional del género, comienza a ajustar sus estudios, diseña su motivada pretensión, los trayectos a recorrer en sus investigaciones, comenzando a recoger innumerables romances por tierras de Castilla la Vieja y los primeros frutos deseados de distintos archivos consultados, del boca a boca que mantuvo con las gentes de otras regiones españolas y de sus viajes por distintos países hispanoamericanos. De toda esta cosecha instrumental, empiezan a resplandecer  maravillas ignoradas que escondía el Romancero tradicional español,  incluso allende los mares



El Romancero, tan honrado y alentado por el Renacimiento, tuvo su continuidad, sabido es,  en los grandes poetas de los siglos XVI y XVII, como Góngora, Lope de Vega y Quevedo, sus máximos exponentes. Pero ¿qué ocurre con el Romancero en el  siglo XVIII? Ahondando por ahí dentro en la historia de nuestra literatura dieciochesca, sabemos que la poesía neoclásica trató temas históricos, costumbristas, satíricos y pastoriles, siendo sus formas habituales las odas, epístolas y elegías.  Del romance como composición poética, en la documentación consultada encuentro citado al poeta extremeño Bartolomé José Gallardo, como autor de un romance con estribillo, manteniendo la rima asonante en los pares, del que transcribo sus cuatro primeros versos:
¿A qué puertas y ventanas
clavar con tanto rigor,
si de par en par abiertas
tengo las del corazón?
Si tal fue la situación, al principal poeta neoclásico español Juan Meléndez Valdés, se le reconocen en su producción lírica,  además de la oda anacreóntica, el epigrama  o la poesía de circunstancias y los romancillos heptasílabos, una de las estrofas favoritas del poeta. Recordemos también que escribió, conservando la oda como estructura métrica, entre otros grupos de poemas, sus  Variaciones sobre un romance de Góngora.



Viene resultando particularmente obvio que en los romances permanece una parte esencial de la historia de España, de las aspiraciones, vivencias de un tiempo reconocible por medio del sentir tradicional de sus pueblos. Estos poemas épico-líricos, de mayor o menor extensión, cuyos orígenes tienen su punto de partida en los antiguos cantares de gesta, se han ido heredando de generación en generación, como si se tratara de un cierto aire de familia, de un parentesco personalizado, entendido como proyección operativa en la identificación de las raíces congéneres. Resulta innegable que los romances se fueron sosteniendo en la propia solidez de sus cimientos, pues fue tanta su aceptación como género entroncado con la poesía heroica,  que en seguida se tradicionalizaron en el siglo XV y así perduran florecidos hasta nuestros días.
 
Y de ese aire de familia que decíamos llega a nuestras manos este Romancero flamenco(EireneEditorial), que tiene mucho -por no decir todo-  de homenaje; este libro que es, a su vez, un canto de esperanza por el Flamenco, entonado desde el apasionamiento y la claridad poética, porque Manuel López Azorín, su autor, es un poeta que participa del fulgor abarcante de la claridad, un poeta claro, como leemos en las palabras empapadas en luz sin término que dejó escritas Francisco Caro en la hermosa introducción previa que hiciera de este mismo título, con motivo de su presentación  en la librería de la música El Argonauta el pasado mes de marzo.


No es que Manolo, haya bebido de las fuentes familiares más próximas  (excepción hecha de la devoción al recuerdo de la imagen paterna, que el poeta nos deja escrita en sus fervorosas Notas preliminares, puestas al principio del libro) las aguas primerizas y los fervores confesados que nos llegan del siglo XVIII, que acredita la aparición del Flamenco, como soporte donde se afirma la música y la danza que señala la cultura andaluza.  Lo que ocurre es que el poeta, probadamente, lleva grabado a fuego en su sangre y en su alma el cante flamenco, que tutela y establece la sustancia seminal de sus propios sentimientos,  como él mismo observa en una de las soleares de las que se sirve para el introito: “Sé que el canto es como un eco/ y cuando grita la voz/ resuenan los sentimientos”. La relación existente en este formidable libro entre el Romancero, como género que singulariza y define en gran medida  la cultura hispana y el Flamenco, cuyas historias aparecen enlazadas fuertemente, viene determinada, por una parte tendente a prolongar y honrar el recuerdo más entrañablemente familiar de su padre, como inceptor identificable y originario de esta obra, y por otra, para izar un ensimismado ejercicio de empatía afectiva, hacia quienes (mujeres y hombres gitanos o payos, que tanto da), flamencos puristas o no, se atrevieron a lanzar al aire la queja o el quejío y clamar frente a la injusticia, la represalia, la humillación, el desprecio… tal como lo leemos en el apunte introductorio señalado. En consecuencia, el poeta, se adhiere a su vocación y por medio de la virtud poética, viene a dar al lector noticias muy sentidas de una personalísima declaración de amor al arte flamenco, forjada con toda maestría y probidad en algunas de  las distintas formas rítmicas (palos) más popularizadas, como veremos más adelante. Claro, pero considérese  que, al mismo tiempo, el poeta expresa inequívocamente su oposición, su condena más enérgica, su pretendida denuncia que dirige hacia los detractores y corrompidos de  todos los tiempos que el Flamenco tuvo, a esos que quisieron y aún quieren menospreciarlo, abolirlo y, lo que resulta especialmente grave, silenciarlo, porque, en todo caso,  nunca han bebido lo más puro de sus aguas clarísimas.



Este Romancero flamenco que presentamos hoy, se deja sentir en la totalidad de los poemas incluidos en libro en versos octosílabos de asonancia monorrima, que no  monorrítmicos, a través de los cuales el poeta da cumplida cuenta de su pericia constructiva, poniendo al servicio de ésta muchas de las variedades y tipos rítmicos que ofrece este metro. Todos los romances se suplementan con algunas de las variedades del cante flamenco, conocidas como palos. Así nos encontramos la presencia de soleares acabadísimas, que hubiese celebrado como suyas el mismo Rafael  Montesinos,  aquel poeta que prolongó la escuela sevillana, nuestro también en tanto como fuimos, que dijo de la estrofa: La soleá es trágica por naturaleza y nace lamentándose, incluso en el requiebro... La contundencia de sus tres versos obliga a decir más en menos espacio, algo que es muy valioso en cualquier tipo de poema. Sirva ésta de Rafael como ejemplo: “Déjame dormir la siesta,/ contigo, amor, en tu cama;/ contigo, aunque no la duerma”. Y siguiriyas perfectas de composición, obtenidas de igual troquel que aquéllas de la emoción amorosa que su padre le brindaba a Manolo, cuando la infancia iba fruteciendo bajo el sol de su casa en Moratalla. Valga la siguiente como muestra: “Como degollada/ se expande en el aire./ Terrible es el grito. Un escalofrío/ recorre la sangre”.  




El Flamenco para nuestro poeta es mucho más que un contagio sentimental, la manifestación de un estilo asociado a la etnia gitana, un estado anímico  de resonancias colectivas subyacente en el alma, donde la música,  la danza y la letra cantada, constituyen los aderezos dominadores de su razón de ser; es mucho más que un sentir en un tiempo sin borrar, o una entonación parecida  a cualquier melancolía evocativa, que tuvo cabecera y asilo en el pueblo andaluz, como dijimos más arriba.

El cante flamenco para López Azorín es una forma de resonancia interior, algo que sólo puede decir el sentimiento. Así, desde esa convicción emotiva,  le vemos avecinarse con la memoria común de aquella progenie de cantaores flamencos, Silverio Franconetti, Gaché, Juan Breva, El Camarón,  que se nos fueron ya, y que ahora, en estas páginas, se prolonga y se alza el sol de su recuerdo: el recuerdo de aquéllos que no pueden morir porque aún les oímos, porque se nos ha quedado varada  la vibración sonora de sus voces en nuestros corazones oyentes para siempre. Pero esto no es por una simple cuestión de los sonidos, sino porque nunca podrán irse del todo  “Los que han sentido en el pecho,/ el alma, por dentro y fuera,/ el grito de todo un pueblo/ y, con el pueblo, su esencia”. Vuelve con Federico García Lorca, uno de sus mentores poéticos más oferentes, siempre próximo, con toda su franqueza, su voz poética nutrida de emoción, redimida en la luz, como una lamentación personal, sobrada de fervor confesional hacia la figura inefable del poeta granadino: ¡Ay Federico! que fuiste,/ ¡Ay Federico, qué pena!/ en la fuente de las lágrimas,/ llanto de sangre en tu tierra”.  Acogiéndose por pura semejanza a Lorca, en un elogio incontestable a su recuerdo, se apoya en el zumbón  poder de la soleá: “Soleá por Federico./ Llanto de rabia y de pena/ en un doloroso grito”. Pero el poder  interior está en el alma, y es preciso sacarlo sin mermas que lo debiliten en tiempos de escasez y crisis del entusiasmo humano  “Para hacerle frente al hambre/ que produce el abandono…/ se saca el alma en el cante”.  



Ningún protagonista principal físico e imprescindible, aplicable a los moldes del  cante flamenco, se queda sin su sitio aquí en estos romances,  que favorecerán nuevos impulsos creativos de la composición en generaciones venideras. Así establece el poeta la unidad de clima y tono que define la grandeza de este libro,  que ha venido a encender en llama viva una alentada pasión amorosa por el Romancero, como el más antiguo género literario conocido que califica nuestra cultura hispana, tan consistentemente unido al Flamenco, según se dijo antes. Aquí el cante, el baile, las manos, los siguiriyeros, la siguiriya, nos dejan para siempre encendida la luz de su verdad. Y sobre todo esto, que no parece poco,  el empeño de un poeta afortunado, Manolo López Azorín, poeta solidario, propio, honesto y modélico donde los haya, que nos regala en su Romancero flamenco quizá uno de los latidos más intensos de sus éxitos  creativos, que viene a prolongar una obra poética considerable en productividad y entregas, fructífera en reconocimientos, de la que mucho se ha opinado en multitud de foros culturales y escrito por algunos de los críticos más aventajados  en revistas de creación, diarios y páginas de opinión. Eso sin contar lo mucho que aún está por venir. Y nosotros deberíamos entablar muchísimo más sobre la poesía luminosa de Manolo, bien lograda en este libro, pero como bien se comprenderá esto no se ajusta al espacio y al tiempo de  lo que García Lorca denominaba como protocolo convencional.   


Manuel López Azorín y Nicolás del Hierro


Por eso nosotros, desbordados y conmovidos por tanto sentimiento liberador del hombre, tanta verdad y claridad poética, consistencia de estilo inconfundible que nos llevan arriba,  hasta las cumbres del arrebato y la emoción, nos vamos a quedar, nos quedamos a vivir en el alma de López Azorín, que nos deja a las puertas de la inmortalidad interior, en el  arrojamiento empático del poeta con el cante flamenco, sus cultivadores y defensores  más significativos, que ya es en este hermoso libro referente obligado e imperecedero. Nos quedamos con la luminosa carga de este racimo de luz arromanzada que ratifica y enaltece a Manolo como un poeta necesario,  y constituye una de las ganancias simbólicas más deslumbrantes que nos ha regalado su estilística, su poesía durativa. Nos vamos a quedar en ese alto misterio de la elevación poética, que nos aproxima -en común- y nos invita a ponderar el cante flamenco en su justa medida, con la fuerza real de la soleá que cierra este libro que ha permanecido cinco lustros arrumbado, pero que nos llega con todo su verdor benéfico de clarividencia, en su originaria depuración formal, para decir a los que oyen con las capacidades de los corazones grandes: “Flamenco, cante flamenco:/ forma de sentir de un pueblo/ para no morir por dentro”. 

Manuel Cortijo Rodríguez:     







   


Manuel Cortijo Rodríguez (La Roda, Albacete, 1950), que se dio a conocer como poeta en los años setenta, siempre me ha parecido (además de un buen poeta que nunca se decidió a publicar en forma de libro y sí lo ha hecho con poemas sueltos publicados en revistas y también ha sido incluido en varias antologías) un buen poeta, un gran lector y, cuando ejerce la crítica literaria, un acertado crítico.
Manuel Cortijo Rodríguez es poeta. Lo dice muy bien  en su Wetsite oficial otro poeta José María González Ortega: Muchas personas sensibles quisieran ser poetas; otras lo son porque no les queda más remedio: están destinadas... como Manuel Cortijo.Lo es en poemarios, recitales, conferencias, ensayos... Dirige la Tertulia Literaria “Eduardo Alonso” (fundada en 1979), de la Asociación Cultural Peña de Albacete en Madrid, cuyos actos realizan en la Casa de Castilla-La Mancha. 

   La poesía de Manuel Cortijo Rodríguez es de íntima reflexión y está hecha con una arquitectura formal de clara y difícil sencillez, una sencillez que nos provoca la emoción en cualquiera de sus poemas. el año pasado publicó Memoria de lo usado (Diputación de Albacete, 2012).
                                                    




viernes, 29 de noviembre de 2013

Manuel López Azorín. Del libro "Romancero flamenco":poema "Las manos" y "Soleares del cante" Acompañado a la guitarra por Nacho Martín




Manuel López Azorín:del libro Romancero flamenco.Lectura del poema "Las manos" y "Soleares del cante"  Acompañado a la guitarra por Nacho Martín





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Las manos


 Bullen alegre las manos,
las manos, crispadas, tiemblan.
Son tensos sonidos sordos
de gemidos y protestas,
y suaves, dulces sonidos.
La sombra y las luces muestran.

A veces como palomas
que tiernamente zurean
o gavilanes, a veces,
que se alzan, miran, depredan.

Se abren las manos al aire
y cerrándose aletean.
Palomas y gavilanes.
¡Caras tiene la moneda!

Manos como testamentos
que afirman y que sentencian,
manos que al aire nos dicen
lo que la boca silencia.
Manos que acarician tibias,
manos que, fuertes, golpean,
manos que cantan la vida,
manos que la vida entregan.

¡Toda la vida en las manos!

Manos que al moverse llevan
jazmines besando el aire

y cortando el viento...adelfas.


Las manos, por soleares

 Las manos, cuando se crispan,
se vuelven como  los rayos
y echan por las manos chispas.

 ¡Ay las manos si andan tensas!
Si van en calma, acarician,
palmas y dedos te besan.


Soleares del cante

El cante viste de negro
y lleva el dolor escrito
bajo la capa del cielo.

Es un lamento de fuego
quemando por las entrañas
y gritando por el viento.

Al cantar se deja abierto
el portón por donde escapan,
con furia, risa y lamento.

Cuando el cante eleva el vuelo,
el duende tiene la culpa
de que se quede en el pueblo.

Manuel López Azorín
Del libro Romancero flamenco (Eirene Editorial, Madrid 2012)

jueves, 21 de noviembre de 2013

Manuel López Azorín, poemas: de "Romancero flamenco":La siguiriya y el Baile. A la guitarra: Nacho Martín




Manuel López Azorín, poemas del libro Romancero flamenco: "La siguiriya" y "El Baile"   A la guitarra: Nacho Martín 






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    EL BAILE

El cuerpo, entregado al baile,
forma cuerpo en la madera
y allí repica la vida,
con un clamor que destella.

Se hace tan denso el silencio
cuando los pies taconean,
cuando callan las guitarras,
cuando el cuerpo se cimbrea,
cuando las manos se baten
con el aire y aletean...
que se revienta el sonido
y en el bailar se revienta
todo lo que da la vida
y todo aquello que niega.


Cuando la guitarra arropa
los pies que acarician, vuelan,
palmas, pies, guitarra y ecos
cantan la canción eterna.

Canción de vida y de muerte
que olvida y que se lamenta,
llorando con su alegría
y con sus penas a cuestas.

La vida lleva consigo
un sinvivir de cadenas
y pone dentro del alma

lo mismo duelos que fiestas
y consigo lleva el baile
lo que la vida le entrega:
dramáticos movimientos
y movimientos que besan.

Que acompañen las guitarras,
que rasguen vida las cuerdas
y que las voces arropen
las manos y pies que muestran,
en un vuelo de expresiones,
de luces y de tinieblas,
desnudos los sentimientos,
frágiles, como candelas,
que alumbran con la esperanza
y con el dolor se quiebran.

Relámpagos que deslumbran
a todos los que contemplan
la gracia de un movimiento
que, sin palabras, desvela
la magia del gran misterio
de un lenguaje sin fronteras.

El cuerpo entregado al baile
de tal modo, tal manera,
que el ritmo se hace universo

para correr por sus venas. 


Soleares de El Baile

Como en un rito, la danza
susurra, con su lenguaje
de movimientos, palabras.

Palabras mudas de aliento,
de furia, de amor, palabras...
sin palabras, sólo gestos.

Y así le nacen las alas,
y así besa o rompe el viento
y así es de flor o de espada.

Con la voz por las entrañas
ejecuta el rito el cuerpo
y todos sus miembros hablan.

Manuel López Azorín
Del libro Romancero flamenco (Eirene Editorial, Madrid 2012)

viernes, 15 de noviembre de 2013

Manuel López Azorín: Poemas del "Romancero flamenco" acompañando a la guitarra, Nacho Martín. Introducción y poema "Federico"




Manuel López Azorín: lectura de Romancero flamenco acompañando a la guitarra,  Nacho Martín. Introducción y poema "Federico"




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Federico

 
¡Ay Federico! Le diste
al flamenco tu defensa
uniendo cantes gitanos
y payos en una etnia.

Pues si el cante fue gitano,
porque el gitano lo lleva,
payos como tú lo ensalzan
y otros, cantando, lo elevan.

Falla te enseña a quererlo,
a que de sus fuentes bebas,
a unir lo culto y lo llano
con lo que todos te enseñan.

Lo bebiste de la mano
del cirio y de la candela
y diste, del Cante jondo,
lo mejor en tu poema.

¡Ay Federico! que fuiste
¡Ay Federico, qué pena!
en la fuente de las lágrimas,
llanto de sangre en tu tierra. 


Tras cada uno de los poemas de este Romancero flamenco hay, en letra cursiva, unas coplas, generalmente soleares aunque también algunas siguiriyas,  que complementan el poema. Estas son las coplas por soleares que acompañan al poema Federico.


Soleá por Federico.
Llanto de rabia y de pena
en un doloroso grito.

Se llenaron los caminos
de rencor y de condenas,
de muertos y malheridos.

Se empecinaron los vivos
en una ciega carrera
con un ciego desatino.

Hacia el amor, que nos salva,
del odio nunca se parte.
El odio siempre nos mata.

Silencio, los que aman, gritan
para salvar el silencio
de las llamas de las iras.

Para hacerle frente al hambre
que produce el abandono...
se saca el alma en el cante.

En el quejío que sale
como un canto de alegría
se van llorando verdades.

Manuel López Azorín
Del libro: Romancero flamenco (Eirene Editorial, Madrid, 2012)





lunes, 7 de octubre de 2013

Romancero Flamenco: presentación en el Pequeño Teatro del TAM de San Sebastián de los Reyes, con Luis Alberto de Cuenca y los cantautores Rafa Mora y Moncho Otero


Romancero Flamenco: presentación en el Pequeño Teatro del TAM de San Sebastián de los Reyes, 
con Luis Alberto de Cuenca y los cantautores Rafa Mora y Moncho Otero.

Fue una tarde, de finales de mayo, mágica por la sorpresa que prepararon Mar Escudero, Concejala de Cultura y Manuel Ángel Fernández, Alcalde de Sanse de encontrarme con Luis Alberto de Cuenca presentando mi libro. Recordamos viejos tiempos cuando en 2003 acudió al Círculo de Bellas Artes a presentar también aquie libro mío titulado De la vida y otros ríos. Nuestra amistad viene ya de lejos y lo que resulta más hermoso es que continúa y continúa igualmente el afecto y  la la admiración mutua.
Mis cantautores favoritos Rafa Mora y Moncho Otero no quisieron faltar y me acompañaron cantando algunos de mis poemas a los que, de anteriores libros, han puesto música..
Música y poemas que disfrutó un público que llenó este Pequeño Teatro del TAM de San Sebastión de los Reyes.
A todos mi agradecimiento. 




Video realizado por Canal Norte Digital.


viernes, 12 de julio de 2013

Lectura de "Romancero flamenco" de Manuel López Azorín acompañado a la guitarra por Nacho Martin en "Alcobendas flamenca"





Alcobendas flamenca se inauguró el lunes 17 de junio, a las 20.00 horas, en la mediateca del Centro de Arte, con la presentación del libro Romancero flamenco, del poeta Manuel López Azorín, acompañado a la guitarra por Nacho Martín. Una ocasión única de conocer en la voz del escritor los poemas escritos en homenaje a su padre, gran amante del flamenco.




Este reportaje fotográfico sobre la lectura de Romancero flamenco  fue realizado por Antonio  Zurdo. 


Y como se trata de flamenco quiero dejar aquí unas coplas por soleares que acompañan, en este libro,
a los diferentes romances que contiene.




Hay una cultura llana
que tiene un sitio en el pueblo
y nadie debe olvidarla




Hay un llanto que se ríe
como un grito por el cante
que solo por dentro vive.



Sé que el canto es como un eco
y cuando grita la voz
resuenan los sentimientos.




Abrazándose a la vida
va cantando el sufrimiento.
Dolor por tanta fatiga.



En el quejío que sale
como un canto de alegría
se van llorando verdades.



Libre siempre, desde dentro,
siendo alegría y quejío
por el corazón y el pecho.



Desde el corazón del hombre
hasta el corazón del pueblo
y que lo demás se borre.



Para sentir que la vida
aunque se sufra al vivir
es dignidad,  y alegría



Al aire de una guitarra
con una voz, siempre pueblo,
se hace libre y libre escapa.



Y así le nacen las alas,
y así besa o rompe el viento
y así es de flor o de espada.



Palabras mudas de aliento,
de furia, de amor, palabras...
sin palabras, sólo gestos.


Cuando el cante eleva el vuelo
el duende tiene la culpa
de que se quede en el pueblo.


                                       

Al cantar se deja abierto
el portón por donde escapan
con furia, risa y lamento.




Hay un llanto por los aires
y otro llanto por la tierra
que llora los mismo males.




Flamenco, cante flamenco:
forma de sentir de un pueblo
para no morir por dentro.






Alcobendas flamenca 


La Razon.es












El municipio madrileño de Alcobendas dedica una semana al flamenco, desde mañana hasta el próximo 22 de junio, con las actuaciones de José Mercé, Óscar Herrero y Raúl Micó, la presentación de un libro y un espectáculo creado por seis asociaciones locales.

Mañana se presenta a las 20 horas un poemario bajo el título "Romancero flamenco", del poeta Manuel López Azorín, acompañado a la guitarra por Nacho Martín en el Centro de Arte del municipio.

Las asociaciones locales tomarán el protagonismo el 18 y 19 con un espectáculo titulado "En clave flamenca" que se representará en la Plaza del Pueblo con la participación del Ballet de Víctor Ullate y de las asociaciones locales: Alma Andaluza de la Casa de Andalucía, la asociación ADAE, Danza Asociación Popular, Danzarte, la asociación Enea y El Niño del Puerto.

Las actuaciones de Raúl Micó, Oscar Herrero y José Mercé tendrán lugar los días 20, 21 y 22, con precios desde cinco euros.
Raúl Micó, joven promesa del flamenco, versará su recital con su álbum "Flamenco en la piel" con canciones míticas del pop español en el auditorio del Centro de Arte Alcobendas.

El guitarrista Óscar Herrero ofrecerá un concierto en homenaje a Sabicas y Esteban de Sanlúcar, figuras de la guitarra de concierto, esta vez en el Centro Cultural Pablo Iglesias de la localidad, y será el Teatro Auditorio el que reciba a José Mercé al día siguiente.

Las mediatecas del municipio han programado actividades para los más pequeños como un cuentacuentos digital denominado "Flamenco 2.0" y una exposición bajo el título "Surcos flamencos: vinilos, libros y otras coplas"