jueves, 24 de junio de 2010

RESEÑA de Francisco Javier Díez de Revenga sobre el libro La ceniza y la espuma de Manuel López Azorín


Fotografía: Francisco Javier Díez de Revenga




Reseña de Francisco Javier Diez de Revenga publicada el 25 de abril de 2008 en La OPINIÓN (Murcia)

Manuel López Azorín, “La ceniza y la Espuma”

Manuel López Azorín (Moratalla,1946) reside desde 1982 en San Sebastián de los Reyes (Madrid), donde ha llevado a cabo una encomiable actividad literaria, conjuntando jornadas y reflexiones sobre la poesía que han alcanzado resonancia nacional. Del mismo modo a lo largo de los años, ha desarrollado una lograda obra poética, que ha reunido en diferentes entregas, de gran calidad y valor. Ahora, acaba de aparecer su último libro, con el título “La ceniza y la espuma”, que ha publicado Fugger Poesía/ Sial Ediciones, en Madrid, un volumen en el que nuestro poeta vierte reflexiones muy intensas y entrañables sobre el mundo y sobre la vida, comprometido en un análisis exigente de la existencia, con un cierto tono de disconformidad e incluso de censura de la realidad. Claudio Rodríguez, uno de sus maestros, admirado por el poeta desde siempre, marca la intensidad verbal de este poemario de principio a fin, y le otorga la altitud ética y espiritual que define sus propuestas y reflexiones. “Miro la espuma – escribió Claudio Rodríguez – su delicadeza que es tan distinta a la de la ceniza”, y tal parece ser el sentido de este libro intenso que se reúne en memoria del gran poeta zamorano.
Justamente, el libro se cierra con un impresionante retablo en el que unos versos de Claudio devolverán, para el final, para la conclusión, la serenidad a la reflexión poética, antes alterada por tantas urgencias vitales. La casa, como habitación serena para el que quiera la paz, será el motivo de la interrogación final del poeta, entre la espuma y la ceniza. Interrogaciones nada retóricas, que ponen, para terminar el libro, el dedo en la llaga de la pregunta. Todo se perderá, polvo y nada llegará a ser todo, barro y ceniza que sólo la poesía podrá hacer permanente e imborrable.
En tres secciones, un prólogo y un epílogo, ha dividido su poemario Manuel López Azorín: “El golpe que no esperas”, pleno de sensaciones de derrota, interrogaciones sobre un presente incierto; “Metáforas de vida”, con representaciones del presente integradas en la propia vitalidad recuperada, y “La ceniza y la espuma”, con nuevas inquisiciones sobre el sentido del mundo y el papel del poeta en ese universo creado para luchar, para sentir y para superar las adversidades, que son muchas y diversas, pero que sólo la poesía, como se intuía en el epílogo ya recordado, puede llegar a superar.
Hay que destacar en esta poesía de Manuel López Azorín un aspecto no muchas veces tenido en cuenta y que, sin duda, seduce al lector: la fuerza expresiva y la originalidad enorme de su lengua poética, de su estilo. López Azorín es un gran e insólito creador de metáforas. Un poema central del libro se titula precisamente “Metáforas”, con una importante reflexión sobre las subversiones del lenguaje, sobre la perversión de la semántica poética. Él mismo, como creador de un habla lírica, verbaliza constantemente los objetos para darles una nueva vida, una renovada capacidad expresiva.
Perteneciente a la mejor tradición de la poesía española del siglo XX, López Azorín logra con la metáfora lo más difícil de conseguir: dotar a la palabra de una nueva lectura, de un nuevo significado.
Otro poema del libro titulado muy certeramente “La luna, las palabras”, puede llegar a ser representación, en efecto, de su trabajo como `poeta, como orfebre del lenguaje. Caballos salvajes pisotean la casa de la luna, caballos sin escrúpulos que usan vocabularios como cepos para mancillar palabras y significados. Pero nada se puede hacer ante tanta impureza: la palabra, sin embargo, es el tiempo, nos dice el poeta, la palabra es la luna plena sobre las aguas; la palabra, en definitiva, como dice en la conclusión , muy filológicamente por cierto, es reflejo de la idea, significante, fiel significado.
El poeta que es capaz de escribir una reflexión tan severa sobre el sentido de la palabra, marcando así los límites y los objetivos de su poética, es el creador de una lírica renovada, capaz de marchar al ritmo superior que marcaron sus maestros del siglo XX, Claudio Rodríguez, José Hierro, Rafael Morales, Rafael Montesinos, pero también los anteriores hasta llegar a Lope de Vega y al mismísimo Góngora.
Todo el libro es, en definitiva, una gran reflexión sobre el tiempo, sobre el tiempo transcurrido y sobre su significado como vertebración de una existencia larga, distendida, pero comprometida con el papel del hombre en el mundo. Mundo y tiempo que se van marcando por los accidentes vitales, gozos y sombras que ha marcado una existencia en la que también han convivido los sueños y los anhelos, los valores y los compromisos, el análisis de los comportamientos y la responsabilidad de cada cual en la diaria tragicomedia de la vida, esa vida llena de odio y mezquindad, de polvo, de ceniza, de barro, de sombra, en la que, sin embargo, hay una luz, una esperanza. Duro análisis de comportamientos humanos, entre los que el amor no es de los menos censurados. Severa reflexión reunida en una poética coherente, cohesionada, que, en conjunto, ha dado lugar a un esplendido libro de poesía, digno de este poeta murciano y de su sólida trayectoria anterior.
Francisco Javier Díez de Revenga:
Es doctor en Filología Románica, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Murcia. Autor de numerosos artículos y estudios literarios, entre sus libros destacan La métrica de los poetas del 27 (1973). Revistas murcianas relacionadas con la generación del 27 (2ª edición 1979). El teatro de Miguel Hernández (2ª edición 1986) Poesía española de vanguardia (1918-1936) edición publicada en Castalia (1995). Así como ediciones de Lope de Vega, Gerardo Diego, Alfonso X el Sabio, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre etc.

Francisco Javier Díez de Revenga es doctor en Filología Románica, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Murcia. Autor de numerosos artículos y estudios literarios, entre sus libros destacan La métrica de los poetas del 27 (1973). Revistas murcianas relacionadas con la generación del 27 (2ª edición 1979). El teatro de Miguel Hernández (2ª edición 1986) Poesía española de vanguardia (1918-1936) edición publicada en Castalia (1995). Así como ediciones de Lope de Vega, Gerardo Diego, Alfonso X el Sabio, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre etc.

miércoles, 23 de junio de 2010

RESEÑA de Pascual Izquierdo sobre "La ceniza y la espuma" de Manuel López Azorín


Fotografía de Pascual Izquierdo

Reseña de Pascual Izquierdo publicada en el nº 89-90 de la revista TURIA. Marzo-mayo 2009

LA CENIZA Y LA ESPUMA
Manuel López Azorín, Sial/Fugger Poesía, Madrid, 2008

Pascual Izquierdo
La ceniza y la espuma, se enmarca en la trayectoria poética recorrida por Manuel López Azorín, que se inició con Marasmo en el año 1986 y marcó el último peldaño evolutivo en 2003 con De la vida y otros ríos. Hitos destacados son, en mi opinión, El libro del desconcierto (1999) y el ya citado De la vida y otros ríos. En el primero, el poeta conjuga, con hondura de lenguaje y melancolía reflexiva, los modos verbales de una vida que se siente especialmente marcada por eso tan sutil y fugaz que hemos convenido en llamar tiempo. En De la vida y otros ríos, Manuel López Azorín utiliza el recurso a la poesía como profesión de fe, como válvula de escape, como fórmula de conocimiento, como elemento de salvación personal y como forma de luchar contra el olvido.
Ahora, en este libro, nos encontramos ante una nueva página en el discurso poético de nuestro autor. La de quien reflexiona sobre el ser humano y sus conductas. Y la de quien, armado con un verso esculpido hasta casi la desnudez, censura actitudes y comportamientos.

En el “Prólogo” se pone de manifiesto el contraste existente entre el sueño luminoso que llena de flores y risa la superficie de las cosas, y el dolor y la oscuridad que constituyen los ingredientes principales de la ceniza, ingredientes que forman el barro del que están hechos los hombres y el polvo de las sendas que transitan.

En la primera parte, titulada “El golpe que no esperas” nos encontramos con un conjunto de reflexiones, algunas presentadas como fábulas morales, que resucitan experiencias y páginas de vida, y censuran comportamientos. Se diría que habla un hombre cuyo corazón ha sido depurado por el tiempo y, así, desde el púlpito de los años vividos, recuerda y avisa, rememora y corrige. Sin acritud o ira, sólo provisto de una sabiduría de raíz senequista que se ha ido formando con el desengaño y la búsqueda de afecto, con el cultivo de los sueños personales y el alumbramiento de las luces propias, esas luces que conforman nuestro íntimo universo de destellos.

A modo de retablo virtuoso, el poeta desgrana un abanico de consejos: frente a la mezquindad y la furia, la sabiduría del distanciamiento; frente a los deseos de venganza, la generosidad ilimitada de los besos; frente al fuego de la ira, las lágrimas de un río que brota del sosiego; frente a la ambición desmedida que compra voluntades y objetos, la no aceptación de la dádiva capaz de someter la libertad del albedrío; frente a la hipocresía que esconde metales en los ojos y puñales en la voz, la deambulación equilibrada por el alambre de los límites.

Suena un eco de denuncia en los poemas, pero es un eco distanciado por la serenidad moral y el equilibrio reflexivo de quien ha salido indemne del abismo y sus vértigos. Y, así, se censuran comportamientos y actitudes desde el sereno pedestal que soporta la figura de quien, humilde y descarnado, sólo se sabe poseedor del tesoro de ser íntegro y dueño del mayor de los bienes posibles: el del corazón abierto al amor, la amistad y los versos.

En la segunda parte del libro, que se abre con el título “Metáforas de vida”, se acentúa el tono de denuncia, pero ahora centrado en un campo semántico concreto: el ocupado por quienes utilizan la palabra bien para expresarse o bien como herramienta para conseguir sus objetivos. Y así, el poeta arremete contra los que se apropian de las sílabas de la tribu y de las posibilidades que ofrecen; contra los que conspiran al amparo de los grandes nombres de la literatura para ocupar, tras su desaparición, la parcela de poder que ellos detentaban; contra los que adulan en los escaparates, a la espera de los beneficios que pueda reportar el incienso; contra los que se agrupan en camarillas y cenáculos y dilapidan su creatividad en estériles enfrentamientos; contra los que pisotean el edificio que construye la luna en los espejos del agua; contra los que acechan en la sombra para hacerse con los despojos del verbo; contra los que se nutren de las palabras putrefactas y las glorias marchitas.
Frente a este muestrario de actitudes censurables, el poeta propone como antídoto el regreso a esa poesía que surge “en la soledad de lo más hondo” y donde “una fiebre de miel me florece palabras”.

Frente a las asechanzas de los que se alimentan de cadáveres, surgen los “relámpagos de luz” que dibuja la poesía.
En la tercera parte del libro, el poeta se aferra a las múltiples manifestaciones de la espuma con objeto de escapar de los peligros que presenta la ceniza. Y así, arrastrado por un júbilo total, afirma que “germinará de nuevo el sentido sagrado de las cosas” mientras llega una nueva siembra que deberá fructificar en un reparto para todos. Todo para recrear y fortalecer los principios fundacionales de la naturaleza y del amor.

El epílogo se manifiesta como una reflexión que analiza el presente con serena claridad: la que permite examinar el interior de las estancias con una mirada de misericordia capaz de olvidar las miserias y obrar el prodigio de la espuma, el sueño de la transformación.

Sobre el espesor de la ceniza aletea el milagro de la espuma. Sobre la certeza de la realidad se eleva el sueño de la imaginación. El polvo, el barro, el dolor y la ceniza son aventados por el soplo de una espuma soñadora, por el verso vivificador y consciente que nace fecundado por la “sangre ardorosamente llena de sueños libres y caballos dulces”.
Manuel López Azorín ha engarzado en estos poemas un hondo ejercicio reflexivo y lírico sobre el hombre, sobre ese edificio temporal que se construye con gozo, dolor y sentimiento. Un edificio de tiempo que atesora en la memoria una gran carga de cicatrices y afectos. Y que muestra en sus actos, como si estuviera iluminado por un haz de destellos, el tesoro de la luz, el fulgor de la altura, el don de la ebriedad en las palabras, el milagro de los días y las noches sin tiempo.

Pascual Izquierdo

Pascual Izquierdo es filólogo,escritor y poeta. Como poeta ha publicado los poemarios La exactitud de las catedrales (1974),Retrospección y apocalipsis en la tierra castellana (1980), Cisne y telaraña (1985), En este fin de siglo (1990, Versos de luna y polen (1992), Pasillo para aguas, aves y vientos (1993) y Del otoño tardío (2005). Es también autor de libros de viajes y de ediciones críticas de Bécquer, Clarín y Galdós, en Ediciones Cátedra.

La ceniza y la espuma: comentario de Basilio Rodríguez Cañada

REFLEXIONES DE UN EDITOR EN VILO
ARTÍCULOS, INFORMACIONES, ACTIVIDADES, OPINIONES, IMÁGENES, CREACIONES Y EXPERIENCIAS DE BASILIO RODRÍGUEZ CAÑADA


JUEVES 15 DE MAYO DE 2008

La ceniza y la espuma de Manuel López Azorín

Queridos amigos:
El próximo lunes, 19 de mayo de 2008, a las 19.30 horas, tendrá lugar el espectáculo poético-musical y presentación del libro La ceniza y la espuma, de Manuel López Azorín, publicado por Sial Ediciones, en el Café Libertad 8 (C/. Libertad, 8, 28004 Madrid. Tel.: 91 532 11 50).
Intervendrán en el acto:
Rafa Mora y Moncho Otero, cantautores y músicos,
Basilio Rodríguez Cañada, editor y presidente del PEN Club de España,
y el autor del libro.

No faltéis. Os esperamos.

Manuel López Azorín (Moratalla, Murcia, 1946). Vive en Moratalla los primeros años de su infancia. En 1954 su familia se traslada a vivir a Madrid. En 1978 se matricula en la Facultad de Derecho de la UAM (Universidad Autónoma de Madrid). Desde 1982 reside en San Sebastián de los Reyes (Madrid). Allí fundó el Colectivo Helicón de Poesía y Relato, donde creó los cuadernos La música de la palabra. Dirigió y presentó Tertulias de Autor a través de Canal Norte T.V.(1992-2000). Puso en marcha y dirigió el Centro de Estudios de la Poesía en la Universidad Popular José Hierro (1996-2000). Creó y dirigió la revista Poesía en la Diana. Ha escrito los guiones de cortometrajes sobre Claudio Rodríguez (1998) José Hierro (1999) Rafael Morales (1999) y Rafael Montesinos (2000) En la actualidad sólo se dedica a escribir.
Ha colaborado en revistas de ámbito nacional e internacional: Sinalefa, Cuadernos del Matemático, Ánfora Nova, Ficciones, La Poesía Señor Hidalgo, El Invisible Anillo, El cobaya, Calicanto, Turia...
Está incluido en las antologías: Bestiario: gatos, gatos, gatos, Editorial Eneida, Madrid 1999, Palabras frente al mar, Trujal, Pliegos de poesía (Edición de Ramón García Mateos), Cambrils, 2003 y 11M Poemas contra el olvido, Barthleby Ediciones, Madrid 2004.
Ha publicado los poemarios Marasmo (1986), Vértigo (Premio Zenobia 1993), Amar es mi ejercicio (1997), Versos para después de una película (1998), Libro del desconcierto (Premio Rafael Morales 2000), Azul de los afectos (2001), Crónica de Babel (Premio Almedina 2002) y De la vida y otros ríos (2003).

PUBLICADO POR BASILIO RODRÍGUEZ CAÑADA EN 00:40

martes, 22 de junio de 2010

Homenaje a Manuel López Azorín en el IES Julio Palacios


Fotografía: El Mundo. Publicada en Aula-2.el-mundo.es/aula2001/11/14/imagen6.jpg

AULA de EL MUNDO

14 DE NOVIEMBRE DE 2001 MIERCOLES SOLIDARIO



HOMENAJE
Manuel López Azorín, un poeta querido

Nadie quiso faltar a la cita. Sus compañeros y amigos, los profesores, los alumnos, el alcalde... todos acudieron al homenaje que el I.E.S. Julio Palacios de San Sebastián de los Reyes rindió al poeta Manuel López Azorín el pasado viernes. Aunque el poeta era el protagonista, la poesía y el cariño se adueñaron del aula repleta de gente donde se celebró el evento. Manuel López leyó sus poemas y los alumnos leyeron los que habían compuesto para la ocasión. Así fue el homenaje

CESAR PIERNAVIEJA


Una mesa sobre una tarima, un micrófono y un aula repleta de gente entregada a la poesía y a un poeta. No hizo falta más para que fuera todo un éxito el homenaje que el I.E.S. Julio Palacios de San Sebatián de los Reyes rindió a Manuel López Azorín el pasado viernes.


El acto comenzó con una introducción de la profesora Pilar Temprano, que hizo una semblanza de la figura del poeta y de sus logros dentro del mundo de la lírica. Pero el peso del homenaje lo llevó, a su pesar, Manuel López Azorín. El poeta leyó poemas de sus libros publicados, y todos los asistentes pudieron bañarse de su visión de la vida. “Amor es mi ejercicio”, “la esperanza es el amor”, “el olvido aliado, con su vuelo de esperanzas y sueños, es la vía, la senda de la vida inevitable” fueron versos que deleitaron a los jóvenes oyentes.


Después los alumnos leyeron los poemas que habían compuesto para homenajear al poeta. Alguno de ellos llenó de aplausos el auditorio, en el que se encontraban, entre otros, el alcalde de San Sebastián de los Reyes y los poetas Emilio Ruiz Parra y Joaquín Benito de Lucas.


Al final del acto, hablamos con Manuel López Azorín, quien aseguró que el homenaje había sido “absolutamente gratificante”. “Me ha emocionado mucho que los chavales escribieran sus propios poemas y agradezco mucho a Pilar Temprano la organización del acto porque hace las cosas con mucha pasión”, afirmó el poeta. La profesora, por su parte, se refirió también a la iniciativa de los alumnos: “El homenaje más bonito que le podían hacer es escribir sus propias poesías. Han aguantado sentados, no se ha movido ni uno y a todos les ha encantado”.


Para concluir, Manuel López recibió un placa que decía: “El amor, esa manifestación de la costumbre, nos hace débiles y casi humanos. J. M. de Prada. Pilar Temprano y sus alumnos. Te queremos”.

Testimonio

El poeta escribe a los lectores de AULA

C. P.
Para animaros a escribir poesía yo soy partidario de comenzar aprendiendo versificación para dominar el ritmo, y luego usar o no la métrica, la rima... no importa. Lo importante es alcanzar técnica y luego escribir sobre la metafísica del alma que es lo que yo pienso que es la poesía (al menos parte de ella). Un saludo. Manuel López Azorín”. Con estas palabras, el poeta homenajeado quiso acercarse a todos vosotros y animaros a adentraros en la aventura de la poesía.

A lo largo de su intervención en el acto, Manuel López Azorín recalcó la importancia de dominar la técnica como base para la posterior creación poética. El motivo es muy simple. Para que un pintor tenga su estilo personal, antes ha tenido que dominar la técnica de la pintura, que es la que le ha permitido iniciar su propio camino en busca de su lenguaje personal. Con la poesía pasa lo mismo. Azorín os aconseja iniciaros en la técnica (versificación, métrica...) para que el ritmo interno de un poema os salga solo una vez lo hayáis dominado. Es como el futbolista que aprende regates y después los utiliza según los necesite y casi sin darse cuenta. Ya sabéis un secreto más para exteriorizar toda la poesía que lleváis dentro.


Más cosas

BIOGRAFIA. Manuel López Azorín nació en Moratalla (Murcia), en 1946 y vive en Madrid desde 1954. En 1982 se traslada a San Sebastián de los Reyes, donde desarrolla una intensa labor de promoción de la cultura y la poesía. Funda en esta localidad el colectivo Helicón de poesía y relato y, dentro de él, los cuadernos de poesía La música de la palabra. Crea un programa de televisión, Tertulias de autor, que dirige y presenta en el Canal Norte TV. Ha recibido distintos premios de poesía, fruto de la publicación de distintos libros. Pero quizá su mayor logro en la promoción y difusión de la poesía sea el Centro de Estudios de Poesía, por el que han pasado los más prestigiosos poetas españoles en lo que muchos han denominado como mejor centro de estudio de la poesía de nuestro país.

NUEVO LIBRO. El Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes ha editado el nuevo libro de Manuel López Azorín, titulado Azul de los afectos, que será presentado el próximo día 27. Se trata de “un libro atípico porque recoge poemas de todo tipo”, según las palabras del propio poeta. El afecto, la amistad... “el amor en todas sus facetas, porque el amor es el motor que mueve el mundo”, son la esencia de este libro.

Publicado en AULA-2 de El Mundo

POEMAS de Manuel López Azorín en en la revista Sinalefa (Nueva York)




SINALEFA
Revista Internacional de Arte y Literatura
Desde New York, E.U.A.
Director: Rafael Bordao

En abril de 2009 la revista SINALEFA publicó estos poemas inéditos
que pertenecen al libro Sólo la luz alumbra que se publicará en otoño.


Manuel López Azorín



Poetas zahareños


Mis queridos y jóvenes poetas:
el poeta, poeta, nunca creyó en batallas,
ni en la lid ni en el sable
para obtener tiaras o tronos literarios,
tan ansiados por los ninguneadores,
porque nunca, jamás, actuó en bandería
ya que no es humanismo combatir
aliado junto al medro y la cucaña.

El poeta del que hablo es un poeta puro,
bardo sin ambiciones, tan sólo las del éxtasis,
buscador de palabras de belleza y justicia,
palabras repujadas o desnudas,
llenas de claridad y de misterio
porque todos sus verbos provienen de las aguas
que manan de Hipocrene,
agua, espuma de toda poesía
carente de exclusiones.

Así es este poeta: el zahareño que vuela libremente
en un vuelo de altura sin ambición mundana.
Verdadero poeta de poesía y vida.

¿Alguno de vosotros lo conoce?

Os puedo asegurar que sí que existe,
que yo conozco alguno que otro bardo
con el perfil descrito.
(Es una rara especie,
si no se la protege será extinta)

El afán de poder

Sabed que algunos
confunden el camino.

Por llegar a la cima se han perdido
entre los acomodos y el afán de poder,
entre los espejismos, del oasis que ven en su desierto,
y las degradaciones,
entre los consistorios y las editoriales,
entre los institutos y los despachos públicos...
para lograr el cetro y el laurel.

(Son arena de anhelos sin destino
por un viento que cambia los paisajes,
amurallando dunas de efímera belleza.)

Sabed que algunos
(¿Cuántos?)
confunden el camino y rompen, por sistema,
los ojos verdaderos de modos y de formas,
oscurecen las tardes sobre el agua que ansían
y se vuelven volcanes donde, solos, se queman
con las arenas-lava de su conciencia seca.

¿Confunden el camino?
Eligen el atajo de un fulgor instantáneo
y van entre las sombras camino de la tarde.

Entretanto los gallos – mientras cavan auroras –
(Luz de Miguel y luz de Federico.)
nos cantan anunciando las verdaderas luces.

Miles

Tened claro que existen
unos cuantos poetas genuinos
– algunos conocidos –
y otros muchos que anhelan que se les reconozca
como grandes poetas.

Se sienten importantes y, dentro de su círculo,

tratan de ser el gallo del corral,
cacarean, enseñan su plumaje
envanecidos, vanos, engolados,
impacientes y con cierta soberbia.

Lo cierto amigos míos
es que son unos cuantos y pululan,
alrededor del YO, disfrazados de auténticos.

Queridos jóvenes: id con cuidado.
Hay muchos impostores profanando
el sagrado lenguaje de la vida,
el lenguaje sagrado de los sueños.

¿Para qué?

Sobre la piedra viva,
sobre el papel escrito,
sobre el recuerdo trastocado
con el sólo propósito
de eternizar la huella del momento...

Es obsesión el éxito y pánico el fracaso
¡y no nos damos cuenta!
El éxito se encuentra en lo que hacemos,
si lo hacemos con ganas y con gozo,
y el fracaso es tan sólo circunstancia
y depende de qué opinión te crees
en relación con ella.


(Y de cómo lo vivas.)
Si la vida nos lleva hacia la muerte,
si la muerte nos lleva hacia el olvido
y el olvido se agranda con el tiempo
¿Desvirtuar lo ajeno
y engrandecer lo propio, para qué?

Pensad en lo que os digo.

Yo sé que casi todo ignoro,
pero no que los hombres
se afanan en ser únicos.
(Y eternos.)

Manuel López Azorín (Murcia, 1946). Poeta y escritor español. Ha publicado en numerosas revistas literarias. Es autor de Marasmo (1986); Vértigo (Premio Zenobia 1993); Amar es mi ejercicio (1997); Libro del desconcierto (Premio Rafael Morales 2000); y De la vida y otros ríos (2003), entre otros. Reside en Madrid.


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RESEÑA de Juan Pedro Carrasco sobre La ceniza y la espuma de Manuel López Azorín




Reseña de Juan Pedro Carrasco en el blog asamblea de palabras Editado por el poeta Francisco Cenamor


martes 20 de octubre de 2009
'La certeza de la ceniza y la esperanza de la espuma' artículo de Juan Pedro Carrasco sobre la obra del poeta Manuel López Azorín
La certeza de un final, la muerte, la certeza de que la realidad nos ofrece la magnitud de una vida y la certeza de lo dura de esa realidad hacen de la obra de Manuel López Azorín la revelación de la odisea del hombre (Amar es mi ejercicio), la consideración de la vida como una película, cuyos fotogramas se van haciendo con el tiempo de su filmación (Versos para después de una película), la inseguridad que el desconcierto proporciona (Libro del desconcierto), son la columna vertebral de su quehacer poético.

La exploración de esta transición (desde el nacimiento hasta la muerte), sus miserias, sus plenitudes, sus sueños y sus espumas y cenizas se encabalgan en los versos como un milagro a punto de ser milagro. Se advierte, en esta transición, que la vida literaria de López Azorín se circunscribe en torno a dos contextos diferenciados, aunque entre uno y otro existe una permeabilidad muy difícil de separar.

El primero, el López Azorín relacionado con el contexto cultural de su entorno y de su época, vinculado al desarrollo del conocimiento de la realidad poética a través de la creación de grupos y revistas cuando funda el Colectivo Helicón de poesía y relato y los cuadernos de poesía La música de la palabra. También la puesta en funcionamiento del CEP (Centro de Estudios de la Poesía) en la Universidad Popular José Hierro y la creación de la revista Poesía en la diana. O a través de la expresión audiovisual –importante labor- de la obra de autores de gran altura poética en el panorama literario español, al ser director y presentador durante diez años del programa 'Tertulia de autores', emitido por Canal Norte TV, y escribir y dirigir cortometrajes sobre José Hierro, Claudio Rodríguez, Rafael Morales y Rafael Montesinos para las jornadas anuales del CEP.

Y en segundo lugar, con la creación poética, strictu sensu, con las obras Marasmo (1986), Vértigo (1994), Amar es mi ejercicio (1997), Versos para después de una película (1998), Libro del desconcierto (2001), Azul de los afectos (2001), De la vida y otros ríos (2003), Crónica de Babel (2003) y La ceniza y la espuma (2008).

Parto, para hablar de su poesía, precisamente de los últimos versos publicados en su libro La ceniza y la espuma:

“(Aunque al final sea todo barro, polvo, ceniza de este sueño que es el hombre)”

Y lo hago sin querer enraizar con el pensamiento de Calderón de la Barca, sobre la consideración de la vida como sueño, para deconstruir su poética que se va configurando como entramado circunscrito en la pérdida de la inocencia, prefigurando y figurando el análisis de los estados de ánimo y del sentimiento a lo largo de la secuencia temporal de la vida del hombre.

Sus intenciones son claras. Al “no pretendo una estética concreta” se une su “Yo me escribo a mí mismo para escribir a todos”, porque el poeta quiere “Hallar conocimiento y, desde él, / comunicar, si puedo, cuanto sé de lo vivido en mí / (de este tiempo que es mío y que abraza / a todos vosotros)” de 'El valor relativo', en Versos para después de una película.

Quizá, como en Baroja, esta inconcreción no estética, confesada, sea precisamente la simiente y el fruto de su poética, porque la vida tampoco tiene su planificación o continuum perfecto. Siempre hay un sobresalto, una sorpresa o una espera que hace que ella tome un giro inesperado y suma al poeta o al hombre en nuevas perspectivas o consideraciones.

El amor, el tiempo y la soledad son algunos de los asuntos que recorren sus libros: “En este caso como no hay Telémaco / yo te imagino sola” y aparece la imagen de la isla como relación del ser como una “isla” que unas veces es continente (“la isla donde habito”), otras es sentimiento (“en esta áspera isla que me habita”) y otras sustancia (“soy una isla inhóspita”) y que denota el verdadero sentido del estar en la tierra.

No obstante, su voz sobresale por encima de lo puramente lírico y, que se hace necesariamente lírico, para poner de relieve otras circunstancias que nos afectan. Y así en algunos de sus títulos (Marasmo, Vértigo) y muchos apartados de sus obras 'El encuentro, la lucha, la derrota', 'La espera, el canto' son signos de una poética que se va alejando poco a poco de la visión tradicional de los temas para dar paso a una palabra directa y comprometida. Ya lo apunta Antonio Hernández sobre su Libro del desconcierto: “Manuel López Azorín se ha metido dentro del conflicto”, sin duda y con valentía, en un sentido de coherencia literaria, y continúa: “Ya no centra la vida en sus primores, sino que va al hueso del ser en cuanto tal, sus propiedades, principios y causas primeras”.

El poeta ve en el tiempo “un vivir de golpes de relojes y pulsos”. Hay una evolución en el sentimiento que va desde la humildad (“yo me llevo las cosas / que nunca necesitan de maletas”, de Versos para después de una película, o “Pueden desposeernos de todo lo tangible / pero nunca de aquello que nos crece por dentro”) hasta la expresión de los más bajos instintos ante la consideración de una realidad injusta y una vida dotada de circunstancias, individuos y acciones viles e inmundas: “los buitres sobreviven y es gracias a los muertos”, de 'El buitre' en La ceniza y la espuma; “A veces me pregunto / si no son los pacíficos los dueños de la vida / a pesar de las garras de los depredadores” ('A veces me pregunto', de La ceniza y la espuma).

Y así lo refiere en cuanto a este pensamiento en La ceniza y la espuma Pascual Izquierdo, si bien se extiende a otras obras: “es un compendio de reflexiones sobre sentimientos, valores, recuerdos del pasado y hechos del presente traídos a colación para censurar aptitudes y comportamientos del hombre a lo largo de su trayectoria”.

La soberbia, la duda, el desconcierto, la vanidad, el dolor, la venganza (incluso el odio) son temas que desfilan por sus versos y sus poemas como un proceso que revela lo no necesario en el ser humano: “Cuando el hombre se piensa inigualable, único (…) / a veces, muchas veces, / multiplicado acaba por el cero”. Sin embargo, con una fuerte presencia en la vida, este canto, poco habitual en la poética que leemos en los últimos años, le sirve para prepararse y preparar al lector ante todo cuanto la realidad nos conceda: “Presentí la llegada de todas las tormentas / y seguí en la tarea de trabajar los días, / porque el hombre es más hombre si se afana en los sueños / de hacerse mientras cuida los campos que le siembran” ('La siembra', de La ceniza y la espuma). Un proceso que llega hasta la redención o la resurrección a través de la palabra: “Habrá que revivir bajo las nuevas luces / y hacer de este desierto de lenguajes / paraísos de luz con la palabra”.

El autor plantea dos líneas de reflexión y de actuación ante la vida: en primer lugar, situándose y situando al lector ante un presente del que cuenta lo que acontece, otras desde el presente inicia un proceso de deconstrucción de un nuevo del tiempo pasado; y, en segundo lugar, el imperativo de vivir a pesar de saber el destino final, como un estar receptor de experiencias y de ahí el ser comunicador de las mismas. Una deconstrucción en el sentido 'derridiano' de la vida, no del texto (como en el pensador francés), sino de la vida para reconstruirla a través de los sueños y de la palabra: un “mojarse”, sin irse. Quizá porque tiene la certeza de que “el tiempo” no “todo lo perdona”.

Juan Pedro Carrasco es Licenciado en Filología Hispánica y profesor de Lengua y Literatura. Es autor de dos poemarios: "El viento detenido" y "Puertas mal cerradas". Ha sido también director y autor teatral.

Añadido por Francisco Cenamor en 1:30
Etiquetas: poesia, Poetas españoles, Reseñas

POEMA de Manuel López Azorín

Publicado en VIENTOS DEL PUEBLO blog de Ricardo Bornez ahora abierto a la colaboración de otros poetas invitados por él como José Zúñiga que ha colgado un poema mío titulado "La dichosa duda".

jueves 20 de mayo de 2010
Un poema de Manuel López Azorín

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La dichosa duda

Mis jóvenes poetas:

no queréis referencias, sólo un verso, una idea
de tal o cual poeta que os agrade, pero sin magisterio.

Os olvidáis del ritmo
(¿Os olvidáis?)
para crear la música del vuestro,
vuestra propia cadencia, sin mirar hacia atrás.

Los jóvenes, si jóvenes,
es normal que pretendan escribir su camino,
abandonar las sendas, abrirse paso arrítmico y amétrico
porque todo parece a estas edades,
fuera de tiempo y lejos de los sueños de crear nuevas formas
—lo mismo ha sido siempre—
inventar nuevos modos para vencer
las inseguridades y los miedos,
para intentar hallar y para hallarse —deslumbrados de luz—
en ese desconcierto de unos años
de no tener ni idea de qué hacer con la vida.

¡Ay jóvenes poetas!
¿No sabéis que esa duda nos persigue
desde la adolescencia hasta el olvido?

Publicado por Jose Zúñiga en 11:47
en el blog Vientos del pueblo

Comentario de Salomé Ortega sobre Manuel Lopez Azorín




LA LUCIERNAGA
DOMINGO 15 DE FEBRERO DE 2009
MANUEL LOPEZ AZORIN

Hoy de nuevo tendremos un festín de buenísima poesía nada más y nada menos que de la mano de Manuel López Azorín, del que no me voy a detener en enumerar premios y libros, si lo voy hacer con su nuevo libro recién salido del horno; LA CENIZA Y LA ESPUMA

El hombre es ceniza,
Polvo toda la senda que transita
Mientras sueña la espuma.
Había sueños luminosos.
Ahora, se vislumbra realidades de luz.

LA CENIZA Y LA ESPUMA es un compendio de reflexiones sobre sentimientos, valores, recuerdos del pasado y hechos del presente traídos a colación para censurar aptitudes y comportamientos del hombre, a lo largo de su trayectoria. Un libro crítico sobre el presente histórico del ser humano y el contento temporal en el que vive y, al tiempo, una mezcla de narratividad y meditación sobre la palabra, el tiempo, la luz…la poesía.

Un ejercicio lirio y reflexivo sobre el significado del ser humano y sus comportamientos a lo largo de su trayectoria en el tiempo, sobre su proyección en el papel y los espejos, sobre el dolor, los sueños, sobre las cicatrices y el amor, sobre la vida y su evaporación. Poemas, los de este libro, que encierran un verso tallado hasta casi la desnudez, un verso contenido en sí mismo, sobrio y al tiempo sugerente, silencioso y lleno de rumor poético.

NO PUEDO DEJAR DE LEER UN POEMA DE SU LIBRO DE LA VIDA Y OTROS RÍOS, QUE ES MUY ESPECIAL Y HERMOSO PARA MÍ.

El hecho de escribir no es que me salve
de hacerle frente al mal, de asumirlo
coo entrada a la casa del olvido,
la casa de la cual nada se sabe.
El hecho de escribir, es que me vale
Para poner al sol, mientras escribo,
La sombra en la que voy, como vencido,
Envuelto en un temor que nadie sabe.
El hecho de escribir: sacar las dudas,
Ahuyentar esta sombra que me envuelve,
Dejar en el papel el miedo escrito.
Sé que el hecho de hacerlo no me cura,
Pero alivia esta lucha que mantiene
Mi vida con la casa del olvido.

¿Qué es para mi Manuel? ante todo además de ser un gran escritor tengo la suerte de que sea mi amigo. Es cercano, impregna calma y mira dentro de la verdad. Siempre disponible, siempre sensible. Para mi sus poemas me hacen estar concentrada con la intención de aprenderlos todos. Tomo un arco con su flecha para cazarlos y guardarlos en mi corazón para siempre.
Gracias Manuel por estar con nosotros vuestras palabras con mayúsculas.
Que ustedes disfruten del a lectura.
PUBLICADO POR SALOMÉ ORTEGA EN 08:56 0 COMENTARIOS