viernes, 20 de agosto de 2010

Palabras de presentación de Claudio Rodríguez para el libro: Versos para después de una películade Manuel López Azorin





Foto:Presentación de Claudio Rodríguez para Versos después de una película (1998) Libro de Manuel López Azorín. (El poeta Rafael Montesinos en el centro)

Este texto escrito por Claudio Rodríguez, para presentar mi libro Versos para después de una película, lo leyó en la Tertulia Literaria Hispamoamericana el día 3 de febrero de 1998. Junto a él estuvo el director de la Tertulia, el poeta Rafael Montesinos y, tras la presentación, aunque el libro aún no había salido de la imprenta, leí yo una selección de poemas de este accésit del Premio “Rafael Morales” de poesía. Fue en el Instituto Hispanoamericano de la Avda de los Reyes Católicos nº 4 de Madrid donde, cada martes se celebraba esta Tertulia por entonces.



Palabras de Claudio Rodríguez para la presentación de
Versos para después de una película



En unas palabras que me dirigió hace unos días Manuel López Azorín se refiere a su libro “Versos para después de una película” como una reflexión sobre la vida, el tiempo, la memoria y las personas y en efecto, a lo largo de las 7 secciones o apartados de que consta el extenso libro tanta diversidad temática se va unificando en el impulso reflexivo, descriptivo y emocional.

Desde “El primer paraíso” hasta “Fundido en negro”, se puede establecer, entre otras cosas, lo que pudiéramos denominar la clarificación de la experiencia a través del lenguaje.

Si la palabra que funda y que, por tanto, no es tan solo un vehículo o medio de comunicación sino creación de una realidad que sería distinta, o nos parecería distinta, si ella no existiera. Así compara nuestro poeta un poema con un guión cinematográfico: ”Se debe de pensar que la película / tiene descrita aquí, escena tras escena,/ imágenes, palabras, ritmo, música,/ cómo son los actores, (etcétera y etcétera)/ sin faltar un detalle./ Sabemos que no hay nada, en este caso/ cada guión se rueda / minuto tras minuto de latido.”
Entre presencia y ausencia, ganancia y pérdida, entre un tiempo de desdicha y de dolor con un fondo de melancolía y también entre un principio y un fin buscando el yo – como en el extraordinario poema “Soy yo” – a través de la temporalidad, entre el pensamiento y la realidad, y además de ello pienso que es necesario aludir a un recóndito y oscuro proceso del hombre, del poeta, donde nada es suyo y todo es suyo, en la soledad y oscuridad de sí mismo, y allí nace el día nuevo. Y como decía, “la verdad interna” aunque el pensamiento restablezca y se realice en la profundidad descriptiva del mundo exterior tan variado.

Poemas de evocación y de invención y de vivencia personal donde las ideas, los conceptos, las experiencias y las imágenes (que desaparecerán o se harán ilusorias como en un flash- back) se ensamblan y cantan junto al sentimiento, la percepción sensorial: aún más, son las cosas, las personas, las situaciones vividas o compartidas las que nos dan las ideas. Porque la base del pensamiento poético consiste en la “presentación concreta del mismo” a través de las cosas y del espíritu.


Veamos cómo en un solo fragmento, el III del poema citado “Soy yo” nos hallamos ante el puchero, las trébedes, el ventanal abierto, el espliego y la fruta, la escarcha, las escaleras, las tinajas, el cántaro, los lebrillos, el agua…

Es el acceso o acercamiento hacia la vida. Por ello este libro es como una confesión. Y el tono descriptivo y lírico a la vez alientan como una sinfonía, como una urdimbre “en un vuelo de búsquedas y esperado reencuentro” como uno de sus trenes amarillos.

Qué quedará, en un destino incierto, con presencia y ausencia inexplicables.

Película de la vida hasta llegar a la última toma del montaje, la última escena: “No es la voz, la grafía, no es la imagen,/ ahora es el silencio lo que abraza/ con fuerza, compasivo.


Manuel López Azorín ha escrito un libro personal y valioso “por donde pasa el aire, por donde llora y besa”, como la vida, con palabras verdaderas.

Claudio Rodríguez

3 de febrero de 1998

Claudio Rodríguez (Zamora 1934. Madrid 1999) estudió en Madrid Filosofía y Letras, en la Universidad Central de la calle de San Bernardo, y se licenció en Filología románica en 1957. En 1953, con su primer libro de poemas Don de la ebriedad obtuvo el Premio Adonais de Poesía. Conjuros, su segundo libro, lo publicó en 1958. Ese mismo año se marchó a Inglaterra como lector de español, primero a la Universidad de Notthingham, hasta 1960, y luego a la de Cambridge hasta que regresó de nuevo a Madrid, en 1964, para dedicarse a la enseñanza universitaria. En 1965 publico Alianza y condena, por este libro recibió el Premio de la Crítica. En 1976 publica su cuarto libro El vuelo de la celebración y en 1991 su libro Casi una leyenda.

Entre uno y otro Claudio Rodríguez publicó en Ediciones Cátedra un volumen (1983) titulado Desde mis poemas que reunía una selección hecha por él y que recibió el Premio Nacional de Poesía y en 1987 fue elegido Miembro de la Real Academia Española. Obtuvo, también, el Premio Iberoamericano de Poesía Reina Sofía y el Premio Príncipe de Asturias de las letras. Claudio Rodríguez está considerado, ya desde su primer libro, como uno de los poetas más extraordinarios de la poesía española.

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