domingo, 21 de noviembre de 2010

Cristóbal López de la Manzanara: Reseña sobre el libro De la vida y otros ríos de Manuel López Azorín


Cristóbal López de la Manzanara:
con jersey de rombos.

Esta reseña escrita por Cristóbal López de la Manzanara, apareció en la revista de creación literaria Calicanto nº 14, primavera/verano del 2004, que edita el Grupo Literario Azuer, en Manzanares (Ciudad Real) , dirigida por Antonio García de Dionisio y en la que, López de la Manzanara, es miembro del consejo de redacción junto a Manuel Laespada, Teo Serna y Jerónimo Calero.

De la vida y otros ríos de Manuel López AzorínEditorial Huerga y Fierro. Año 2003.

Hoy que nos empeñamos en dar respuesta a la servidumbre de la poesía sin conseguirlo de manera alguna, pues el resultado es solamente palabra escrita que va colmando las ánforas de la filosofía del lenguaje con palabras sobre palabras, calumniando en definitiva la poesía, nos encontramos a veces con libros de corte místico y trasparentes, como en el caso, De la vida y otros ríos, que descabalan esas disquisiciones filosóficas sobre el metalenguaje de la poesía.
Ya en su Currículum Vitae López Azorín lo muestra a modo de poética como un historial clínico de urgencias, el autor nos dice que el tratamiento que hay para la vida y sus sombras es la poesía. Tesis que intenta argumentar, y lo consigue, a lo largo de todo este poemario. Postura valiente y arriesgada, más aún si casi todo el discurso está construido en sonetos; hacer que entraña mucho peligro a la hora de mantener el tono unitario durante toda la discusión de una obra. Forma poética que defiende a ultranza en el epílogo, Poema y vida donde se establecen a la vez dos discursos: el vital o poético, y el de la forma. La embriaguez de la vida en definitiva la consigue con la poesía.


Este libro es un diálogo del corazón, de un corazón condenado a muerte por el Cáncer y afortunadamente amnistiado por la ciencia. Parece como si en este poemario el autor nos dejara su testamento poético con un canto de realidad sin ningún tipo de concesión a ejercer el derecho de la intimidad. Un libro sostenido con una cimentación de nuestra poesía clásica tanto en el aspecto formal como en su componente temático.
En la primera parte, De la vida, López Azorín nos plantea el desarrollo y el desgajamiento de la metáfora “manriqueña” del río para dirigir su cauce poético y la condena a escribir como placebo de la muerte. Desarrolla el cauce del río poéticamente como símil del devenir de la vida y la contaminación del vivir con el tiempo. Así el poeta nos argumenta sobre el desvivir de lo vivido y asume el bagaje de escribir como un don que acaba con el hombre mismo.
En la segunda parte, De los ojos, argumenta la física del dolor a través de la expresión del llanto y la conjunción de la palabra. La apología del llanto como terapia del sentimiento, como emoción física del dolor que se reconduce hacia los ojos y de ellos brota. La licuefacción de la amargura, el lenguaje triste de los ojos.
Del amor, es otra parte de este “sonetario”, donde el sufrimiento lo muestra silente como refugio en su vocear sin palabras a través de los hechos de una soledad en la otra soledad, en la de la amada. El lenguaje silente de los besos arropando el desasosiego de una muerte que se medita a diario, secando la soledad de los ratos de la vida apuntalada con la muerte. El poeta en algunos poemas se pone en el lugar del otro, se mira en el silencio de la vida.
De la duda, es la parte donde se vislumbra la metáfora de la muerte como amenaza. Y la fe pronunciándose a través de amor como instinto de supervivencia. El amor es el paraíso, la muerte significa la expulsión del Edén.
La casa del olvido, compuesta por un solo poema nos dice de escribir como hecho de salvarse en la memoria y depositarse en los otros. La esperanza es el no-olvido.
Si al primer soneto el poeta lo titula Poesía-vida, como reafirmación de una coexistencia en el último poema al que nombra, Poema y vida vuelve a reafirmarse el diálogo de todo el libro al afirmar el autor que la creación poética, el poema, es el espacio, el microcosmos para sobrevivir.
En todo el desarrollo de este libro hay un instinto de supervivencia a través de la escritura. Si Baudelaire conseguía embriagar la poesía con el vino, López Azorín lo consigue con la misma vida. Para este poeta escribir y vida son sinónimos.

Cristóbal López de la Manzanara


Cristóbal López de la Manzanara (Membrilla, Ciudad Real) es Licenciado en Farmacia y en Ciencias Políticas y Sociológicas por la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad compagina y desempeña de una manera responsable y rigurosa multitud de actividades, además de la poesía, en el mundo literario. Es subdirector de la revista Cuadernos del Matemático y redactor de Calicanto.

Como poeta ha publicado Episodios de la sed en 1988 (II Premio de Poesía Internacional Amado Nervo), Las pesadumbres del ozono (1991), La voz entre palabras (1998) y El cajón de la formas (2009) Está antologado en Cuba y Argentina y, recientemente, en una antología de poetas manchegos, Mar interior, que recoge algunos de los autores más importantes de Castilla la Mancha.
En el ámbito profesional ejerce como boticario en Getafe desde hace ya muchos años y en el entorno político tiene a su cargo la Tesorería de la Asociación de Empresarios de Farmacias de Madrid, (ADEFARMA) y es Secretario de la Asociación de
Usuarios de la Salud, (ASUSALUD).

No hay comentarios: