Manuel López Azorín, poemas del libro Romancero flamenco: "La siguiriya" y "El Baile" A la guitarra: Nacho Martín
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EL BAILE
El
cuerpo, entregado al baile,
forma
cuerpo en la madera
y
allí repica la vida,
con
un clamor que destella.
Se
hace tan denso el silencio
cuando
los pies taconean,
cuando
callan las guitarras,
cuando
el cuerpo se cimbrea,
cuando
las manos se baten
con
el aire y aletean...
que
se revienta el sonido
y
en el bailar se revienta
todo
lo que da la vida
y
todo aquello que niega.
Cuando
la guitarra arropa
los
pies que acarician, vuelan,
palmas,
pies, guitarra y ecos
cantan
la canción eterna.
Canción
de vida y de muerte
que
olvida y que se lamenta,
llorando
con su alegría
y
con sus penas a cuestas.
La
vida lleva consigo
un
sinvivir
de cadenas
y
pone dentro del alma
lo
mismo duelos que fiestas
y
consigo lleva el baile
lo
que la vida le entrega:
dramáticos
movimientos
y
movimientos que besan.
Que
acompañen las guitarras,
que
rasguen vida las cuerdas
y
que las voces arropen
las
manos y pies que muestran,
en
un vuelo de expresiones,
de
luces y de tinieblas,
desnudos
los sentimientos,
frágiles,
como candelas,
que
alumbran con la esperanza
y
con el dolor se quiebran.
Relámpagos
que deslumbran
a
todos los que contemplan
la
gracia de un movimiento
que,
sin palabras, desvela
la
magia del gran misterio
de
un lenguaje sin fronteras.
El
cuerpo entregado al baile
de
tal modo, tal manera,
que
el ritmo se hace universo
para
correr por sus venas.
Soleares de El Baile
Como en
un rito, la danza
susurra,
con su lenguaje
de
movimientos, palabras.
Palabras
mudas de aliento,
de
furia, de amor, palabras...
sin
palabras, sólo gestos.
Y así
le nacen las alas,
y así
besa o rompe el viento
y así
es de flor o de espada.
Con la
voz por las entrañas
ejecuta
el rito el cuerpo
y todos
sus miembros hablan.
Manuel López Azorín
Del libro Romancero flamenco (Eirene Editorial, Madrid 2012)
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