XIII CICLO DE POESÍA ACTUAL
El jueves 25 de abril intervine en el XIII Ciclo de Poesía Actual que viene llevándose a cabo de la mano del poeta talaverano Joaquín Benito de Lucas, en la Galería Cerdán con la colaboración del Ayuntamiento de Talavera de la Reina a través del Organismo Autónomo Local de Cultura.
La Hospedería u Hostería Galería Cerdán, cuenta con cuatro estancias dedicadas a cuatro artistas creadores: Estancia Nelson Zumel, con pinturas originales de este pintor. Estancia Amparo Ruiz de Luna, con cerámicas de esta artista del barro.Estancia Juan Díaz con hermosas acuarelas del autor y la Estancia Joaquín benito de Lucas con algunos de sus poemas manuscritos decorando las paredes y, en las mesillas dos libros: Las tentaciones, libro de Joaquín que obtuvo en 1964 el Premio Adonais de Poesía y una guía de esta ciudad, cuna de la cerámica y que para el poeta talaverano es La ciudad de las redes azules, que invitan a la lectura.
Yo les puedo asegurar que en esta habitación o estancia, como prefieran me sentí como en mi casa. Naturalmente todo, gracias a que tan dos buenos anfitriones como Manolo Cerdán y su mujer Sara nos colmaron de atenciones tanto a quien venía como presentadora, Carmina Casala, una gran poeta que, pude comprobarlo personalmente, es muy querida en Talavera, como a quien llegaba invitado a la lectura de su poesía (en esta ocasión yo).
Igualmente debo decir que la hosteria u hospedería de de Manolo Cerdán ofrece zonas comunes y de recepción. Destaco el hermosísimo patio y la sala de lectura. Aqui todo es tranquilidad, sosiego y cultura, tanto en estos Ciclos de Poesía cuyo alma mater es Joaquín Benito de Lucas y que ya tienen trece años de existencia, como en todo lo que se realiza: Exposiciones etc. Os dejo aquí enlace de la página www.hosteriagaleriacerdan.com
Poco más tarde apareció Joaquín Benito de Lucas junto a Francoise. Todo estaba preparado: la sala, el programa editado y repartido en cada uno de los asientos, la megafonía...
Hacia las 8 de la tarde comenzó a llegar el público. Un periodista de La Tribuna de Talavera. es, J.M., me pidió unas palabras para este diario
Con puntualidad Joaquín Benito de Lucas tomó la palabra, habló de mis tres premios y por tanto tres libros publicados en la Colección Melibea ( aunque son dos accésit, uno del Premio Joaquín Benito de Lucas (Amar es mi ejercicio, 1997) y otro del Premio Rafael Morales (Versos para despues de una película, 1998) yo los considero, desde siempre, premios, y un Premio Rafael Morales ( Libro del desconcierto, 2000).
Tras esta palabras Joaquín dió paso a Carmina Casala que subió los tres o cuatro peldaños de lo que llamamos el púlpito para iniciar, tras saludar, la presentación que había preparado sobre mi poesía.
Una presentación propia de una muy buena poeta que incluyo en esta entrada.
De derecha a izquierda: Carmina Casala, Joaquín Benito de Lucas, Manuel López Azorín y Pilar del Organismo Autonomo de Cultura del Ayuntamiento de Talavera de la Reina |
Las fotografías del acto que aquí se muestran fueron realizadas por el fotógrafo José Peña a quien le agradezco desde esta página que me las enviara.
Esta fue la presentación de Carmina Casala sobre mi poesía:
Presentación Manuel López Azorín
Talavera de la Reina 25 de abril de 2013
Por Carmina Casala
Amar no es esfuerzo gratuito. Tampoco lo es soñar. Para amar no es necesario inventar un escenario ni transgredir el azul de los paisajes impuros. Sin embargo, la labor del poeta necesita de la arquitectura de su propio teatro.
Una vez, Manuel López Azorin, soñó con descubrir historias en los resortes de la palabra y creó su propio escenario en el que vislumbró, como Juan de la Cruz, que amar sería su ejercicio, ahora y para siempre: "Amar es mi ejercicio/ aunque el amor, que es dicha, traiga llanto./ Sin amor, el prodigio / de vivir va dejando / los sueños rotos y el camino falto". No sé si era abril; acaso primavera por el sordo combate de una Ítaca en pie de verso. Se gestaba la poesía por las incontenibles arterias de una puerta innombrable y lejana.
Entonces como una espada erigida en libertad, el poeta propone, desde el desconcierto, la primera alquimia para disolver el color responsable de las manos y retrocederse niño de repente: "A la memoria llega / aquella luz de infancia, y reverdece, / y la retina vuela / hoy -ya desde poniente- / a contemplar un tiempo que va y vuelve".
Pero la vida no es un fluir manso, y la nostalgia es caprichosa, tornadiza. La realidad, impuesta demasiado pronto de forma brutal, enoja al poeta en un doloroso descenso tras la luz y dice: "Le robaron la infancia al alojarle / entre cuatro paredes sin mirada, / con la sombra rondando cada tarde / los rincones oscuros de la casa".
Pero todo paisaje está habitado por luces y sombras. Noche y alborada son inseparables y se hace imposible ese caballo de batalla que se llama olvido. La casa del olvido y sus límites: tabla de salvación para el poeta que navega por la vida y otros ríos, intentando serenar los pájaros que circulan por el interior fértil del bolígrafo.
Este juego mortal es el que Manuel asume valientemente cuando tocar fondo resulta una aventura dolorosa. Y lo hace con serenidad, pues presiente que avanzar es una iniciativa cuyo beneficio final es la salvación por la palabra: " Camino de esa isla misteriosa / marcha nuestro sentir, nuestro latido, / a ritmo del tic-tac que es siempre breve./ ¿Tierra de nada porque nunca ha sido?/ ¡Qué importa! Estás, escribe, versos bebe"
Sin embargo debemos reconocer que esta actitud eufórica y alentadora es limitada. Conforma un territorio insular dentro de este poemario, no por casualidad titulado "De la vida y otros ríos". En realidad, sobrecoge al lector esa tensión poética mantenida en el desasosiego, la desesperanza y hasta la desesperación: "Para estar y no ser, mejor me quedo / como estoy, como soy, y que decida / o el destino o Dios, la propia vida, o quien decida".
Hay que ir a tientas por ese laberinto humano, creando nuestras propias galerías para transitar, pues el poeta, a menudo, aparece como un fragmento de sí mismo y enmarcado en una verdad fugitiva. La dolorosa desintegración es particularmente ,manifiesta en la segunda parte de este mismo libro subtitulado "De los ojos" donde hallamos términos como dolor, llanto, espanto quebranto...
Sin embargo, la relatividad de las cosas es una reflexión palpable en algunos de estos poemas. Es el momento en el que el amor se torna extraño sólo porque se contempla desde la nostalgia y la melancolía. Resultan ciertamente desconcertantes versos como estos: "Sólo busco la música que vive, /la medida versal de las palabras, / en este sueño donde tu te labras / por el campo de llanto que te escribe". El sueño se hace y se deshace a sí mismo. El pasado y el presente se dan cita y, a la vez y simultáneamente, reviven, se remansan, y el poeta lo cuenta.
Los objetos humildes de su realidad se transforman, a través del lenguaje, en símbolos de vida, y a continuación, se justifica de esta manera: " Cambiaría mis versos, / el armario en que guardo las metáforas,/ el arcón de los símbolos / y el cofre de las mil y una imágenes, / a cambio de la risa, la inocencia / y ese candor sin límite/ para la hora oscura de la tarde". De esta manera descifran su lenguaje todos los espectadores de "Versos para después de una película", poemario hermoso donde los haya y en el que el único protagonista es la evocación sublimada de la infancia del poeta.
Pero, afortunadamente, la poesía y los sueños ofrecen alivio. Y reconforta saber que el sol todavía está muy alto para Manuel López Azorín que, a intervalos, recupera el aliento, el amor, el consuelo... y nos sorprende con otro libro esperanzado y conciliador, como un trasunto de sí mismo puesto a disposición del mundo: "Crónica de Babel" le saca de lo íntimo. Viene a ser un ideario, un credo, una propuesta social y pacificadora. Pero esta suerte de sueño no está exenta desgraciadamente, de una hermosa y gran carga utópica.
El poeta no puede ni debe resignarse a aceptar la contingencia humana. Sabe que los versos no admiten corazas a la hora de hacer turismo por lo interno de uno y los hace estallar como una queja cósmica, como un compromiso con la realidad y como una alerta a la concordia y la tolerancia. Una propuesta de convivencia que plantea recurriendo al único argumento posible: la secuencia histórica.
Para empezar, el poeta emplaza al lector en un lugar concreto;El Oriente Medio. Hace un llamamiento de paz allí donde menos debería ser necesario, al epicentro de nuestra cultura, a la cuna de las tres religiones reveladas: el Judaísmo, el Cristianismo y
el Islam, aunque es de suponer que esta invitación a la reflexión es extensiva a los tantos lugares del planeta, asolados por magnitudes de codicia y poder que apabullan.
Arranca esta "Crónica" haciendo una afirmación lógica: "Babel no significa destrucción/ y nación no es la fuerza salvadora". Y más adelante, continúa: "...hay que aprender / a descifrar los códigos hablados.../, a sentir que los dogmas / no dan salvoconducto al paraíso .../ a creer en el hombre / para crecer, crecernos sin desorden." Se entiende que el poeta ha sintetizado los ritmos universales del hombre, porque su mundo, es también nuestro mundo y así desea que sea reconocido, pues la vida como experiencia y como historia, tiene una densidad que se forja en un árbol genealógico común.
Pero hay mucho más de este poeta conciliador y generoso. Manuel descubrió, hace mucho tiempo, que la poesía nace del dolor, que su territorio se abona con el silencio y en soledad, ese fondo último de la condición humana que el poeta transforma en conciencia. Pero ese testimonio únicamente vale si llega a transformar su experiencia en palabras, porque así como la poesía es irreductible a cualquier experiencia, su expresión no admite cualquier orden de palabras, sino un orden que crea sus propias leyes y su propia realidad; el poema.
Y a través del poema el poeta entabla un diálogo con el entorno. El poeta tiene asumido ese desafío. Por eso mismo, nos referimos a "Azul de los afectos". No fue este un libro de circunstancias, en él está todo lo que el poeta ha aprendido a lo largo de los años. La poesía exige un ahondamiento, un tipo de experiencia que no tiene que ver con ninguna otra, más íntima y personal, al mismo tiempo que colectiva. En su obra hay todo lo que tiene que haber en el poema: ritmo, emoción,estética y un ahondamiento en el que se pone a prueba la resistencia del propio poeta como ser humano. Es decir, todo cuanto es necesario para comunicar, para comunicarse.
Lo que para nuestro poeta significa escribir, lo sabemos todos los que, con mayor, o menor acierto, nos lanzamos a la búsqueda del milagro como si de él dependiera nuestra salvación. Y depende, en efecto. Sus obras son catarsis, autobiografía dolorosa. En ellas López Azorín nos presenta una suerte de sueño y soledad, muchas veces unida a la espera de algo que no llega. Es reflexión sobre el valor del tiempo y de la vida y sólo le cabe replegarse a la interioridad, buscando una forma de existencia más coherente con sus exigencias vitales.
De suerte que en "Azul de los afectos" el aire se abre paso permitiendo, tanto al poeta como a los lectores, respirar la belleza y la emoción, revelar al hombre sus sueños, sin que su poesía pierda el tono existencial, o la fuerza que permite revelar al hombre sus sueños.
En cierta ocasión leí algo sobre una vieja fábula, según la cual todas las cosas tienen un solo nombre. Así cada persona no se llama persona, se llama de otra manera. Cada rostro, en realidad, debiera responder a un solo sonido rotundo y puro, y cada mirada tendería siempre hacia un determinado horizonte. Si esto es así también sería verdad que hemos olvidado nuestros nombres. También Manuel López Azorín es un hombre descubridor de nombres. Por eso reunió sus afectos y les puso nombre y, como ya hemos dicho, tambien título.
Y lo ha hecho con palabras palpitantes, vivas en ese asombroso misterio que es el poema. En todos y cada uno de sus poemarios alumbra el latido de la poesía, también cuando nos dice: "Mi afecto es para ti... Mi afecto es porque tú eres como eres... por ti... y por las heridas que la vida procura". Este poeta de buen corazón y de buena memoria se ha reconocido no sólo en las miradas y en los nombres , también en sus sueños, en sus gestos, en sus voces y los ha convertido en los auténticos impulsores de este libro.Impulsores y, por añadidura, protagonistas.
Y concluyo con una cita de Goethe.En "Fausto", cuando al comienzo de la obra el poeta se enfrenta con el director de la escena, le repudia con estas palabras: ¡Vete de aquí y búscate otro esclavo! ¿Piensas que por tu bella cara habría el poeta de escarnecer villanamente el supremo derecho, el derecho del hombre que la naturaleza le otorgara? ¿ Con qué conmueve él los corazones todos? ¿Con qué domina todos los elementos? ¿Quién llama al individuo al rito universal, en donde pulsa espléndidos acordes? ¿Quién hace que el huracán de las pasiones se enfurezca? ¿Quién afianza el Olimpo y congrega a los dioses? Pues la fuerza del hombre, patente en el poeta.
Carmina Casala
25 de abril de 2013
Carmina Casala es poeta. En 1981 publica su primer poemario: Las aristas del silencio que fue Premio Carilda Oliver Labra. En 1982 le otorgan el accésit del Premio Rafael Morales y en 1983 se publica este libro en la Colección Melibea: El clamor sin perfiles en las aguas. Ese mismo año funda la Asociación Rabindranat Tagore y dirige su colección de poesía. En 1985 le conceden el Premio Ibn Jafaya por el libro Ahora que las algas agonizan. Edición del Instituto Hipano Árabe de Cultura en 1986. Obtiene, en 1987, el accésit del Premio Adonais con el libro Lava de labios. Ediciones Rialp 1988. Tiene también en su haber los Premios de Poesía Bustarviejo y Villa de la Roda. En 1996 publica en Ediciones La Palma su libro Octubre sin raiz. En 1999 obtiene el Premio Marco Fabio Quintiliano por su libro Albaluna que se publica en el año 2000. En 2001 le conceden el Premio Almedina con el libro Desde la otra arena. Libro que no se publica hasta el año 2005 (con un prólogo que José Hierro había escrito para él, poco antes de su muerte, en octubre de 2002) Carmina Casala está incluida en numerosas antologías.
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