viernes, 4 de enero de 2013

Romancero flamenco: libro de Manuel López Azorín



ROMANCERO FLAMENCO



                            
Eirene editorial acaba de publicar -en formato libro en papel y en Ebook este Romancero flamenco.  Libro del que os cuento como y por qué lo escribí hace ya veinte años. Lo inicié en 1989 porque quería escribir un libro en homenaje a mi padre ya que aunque en mi libro Marasmo incluí un poema dedicado a él escrito (dos años después de su muerte) en 1975. Como aquello no me pareció suficiente quise hacer algo de lo que, de vivir, se hubiera sentido contento y ese algo tendría que ver con el cante flamenco. Comencé a escribir un romance por ser un metro tradicionalmente popular y por tanto cercano al pueblo y según fui escribiendo me di cuenta de que el romance que se alargaba en principio, sin títulos o romances separados, como un solo romance estaba asonantado en e-a en todos sus versos pares. Me pareció que debía continuar así, como meciendo, acunando, protegiendo, defendiendo, con esas vocales e-a / e-a / e-a a mi padre y al flamenco.Cuando lo di por terminado (julio de 1992), lo dividí en diferentes romances colocándoles un título para separarlos. En realidad era un sólo romance con la misma rima asonante todo él pero separado por los títulos con una intención: poder incluir al final de cada uno de los romances unos palos: soleares, principalmente, y siguiriyas. Los palos los coloqué en letra cursiva para diferenciarlos de cada romance (aunque la intención de estos palos era reflejar la misma visión que yo tenía, y contaba, del flamenco  en cada romance.





  Notas preliminares


Comencé a escribir este Romancero flamenco porque mi padre, en el recuerdo que conservo de mis años infantiles, era aficionado a entonar cantes flamencos, recuerdo especialmente oírle cantar esta petenera: Quien te puso Salvaora / que poco te conocía,/ el que de ti se enamora / se pierde pa toa la vía. Cuando le preguntaba siempre me respondía con lo que luego supe que era una soleá: To el que tiene alguna pena / en el corazón metía, / le estalla si no resuena. La cantaba, luego lo supe, no porque tuviera penas de amor, que afortunadamente no le faltó, sino como vía de escape frente a la injusticia, de la guerra que vivió y, luego, de la dolorosa y terrible postguerra que le tocó sufrir como a tantos otros españoles. Cantar fue para él una vía de escape, echar la pena fuera y el dolor que supuso ser uno más de los vencidos en aquel tiempo tan gris y silencioso.

El arte flamenco que tiene una enorme carga de hondura le servía, supongo, para liberar emociones, sentimientos, como le sucedió al propio flamenco durante la larga etapa de ninguneo y desprecio que sufrió. Dos maneras de lanzar al aire la queja o el quejío y clamar frente a la injusticia, la represalia, la humillación, el desprecio…

El flamenco, a lo largo de la historia, ha sufrido eso que el pueblo llama la mirada por encima del hombro durante mucho tiempo. ¿Por qué el flamenco, ha sido un arte marginal? ¿Por qué el gitano y el andaluz que cantaron para olvidar o superar el miedo y la pobreza e incluso el desdén de las instituciones y el desprecio de una clase social más ilustrada, o acomodada, han sido marginados tanto tiempo?

¿Quizá porque nació en los estratos sociales más desfavorecidos y por esa razón no se tenía en consideración? ¿Era clasismo ese desdén hacia un cante que surgió desde lo más bajo? El pueblo llano, por muy abajo que se encuentre socialmente, tiene también su alma, y su corazón. Tiene sus sueños y sus deseos y, con ellos, edifica su casa, su vida, su universo y, cuanto más se le margina, aunque le duela el alma, con más fuerza levanta el edificio de los sueños, con más alegría construye su casa, aunque la pena le queme por dentro, aunque le aflore el llanto, el dolor, la rabia… lo aplaca con el cante. Un cante tremendista y alegre, como diciendo: me estáis marginando, humillando, pero no os voy a dar el gusto de que disfrutéis de mi sufrimiento.

Hubo una etapa de casi medio siglo, en relación con el flamenco, de ninguneo y olvido que los estudiosos dieron en llamar “etapa del antiflamenquismo”. Durante esa larga etapa tuvo muchos detractores, principalmente ilustrados, y también algunos defensores: poetas, músicos…Comenzó en Sevilla, con los cafés cantantes, en el siglo XIX y acabó con el Concurso de Cante Jondo de Granada en 1922.

Concurso que fue promovido y contó con el apoyo de uno de los más importantes músicos españoles: Don Manuel de Falla y, también, con un joven poeta que más tarde se convertiría en uno de los más grandes y célebres poetas españoles: Federico García Lorca. A partir de entonces, el flamenco comenzó a disfrutar de otra consideración, no ya por el pueblo que lo cantaba y lo sentía y lo vivía intensamente, sino por aquellos que durante tanto tiempo lo habían silenciado.


Con el paso del tiempo, el flamenco ha ido haciéndose un sitio, un lugar en la música, ya parece ser que la discriminación sufrida se ha mitigado, no me atrevo a decir que ha desaparecido, el gusto por la diversidad de músicas y ritmos, actualmente entre los jóvenes, ha permitido fusionar el flamenco con otras músicas del folclore universal. (Flamenco que según dicen algunos es el producto de un antiguo mestizaje de pueblos y de músicas.) Su pureza, su idiosincrasia y su mestizaje, han hecho que el flamenco se haya convertido en una música valorada en muchos lugares del mundo además de conseguir entrar en la universidad. Sólo le falta que ya se estudie en ella.

El poeta y flamencólogo Félix Grande, cuando se presentó la campaña Flamenco Soy, con motivo de la candidatura del flamenco al Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, dijo en una entrevista que le hizo Marta Caballero (El Cultural, 5 de octubre de 2010): …el lenguaje flamenco, se ha convertido en uno de los lenguajes emocionales, musicales y civiles más universales de todos los lenguajes artísticos (…). Desde el punto de vista de la cultura es un acontecimiento único. Y más adelante decía que la asignatura pendiente del flamenco ahora: es la del estudio y la celebración de la poesía flamenca en pie de igualdad con cualquier tradición de origen popular o de origen culto.

Cuando acababa de terminar este Romancero flamenco murió uno de sus grandes cantaores: José Monge Cruz, “El Camarón de la isla”. Escribí un romance dedicado a él, lo dividí en dos partes y lo incluí aquí. Este Romancero no pretende ser un tratado de la historia del flamenco, ya confieso en el introito que no entiendo de flamenco, tan solo me atrae, me gusta, me emociona, en ocasiones, escucharlo y me recuerda a mi padre. Sólo tratar, con unos cuantos romances, que acompaño, al final de cada uno de ellos, con unas coplas: soleares, seguiriyas, etc. de ofrecer una básica historia del flamenco, entre tanta historias y leyendas que lo rodean, y traté de escribirlo con el sentir de romanticismo nostálgico que Antonio Machado y Álvarez, "Demófilo", padre de los poetas Antonio y Manuel Machado, sobre el concepto de pueblo, de literatura popular como linaje de conocimiento, recopiló en el libro Cantes flamencos. En este libro nos dejó el folclore andaluz, popular y anónimo, de gran valor estético y profunda sentimentalidad. Gentes no instruidas, analfabetos incluidos, lo escribieron y lo cantaron.

En la acotación preliminar de estos Cantes flamencos que recopiló "Demófilo", cuando se publicó en 1947, escribió su hijo Manuel Machado lo siguiente:“Lo flamenco” se hace con el tiempo más y más indefinible porque comenzó significando exactamente “lo gitano” y, en un devenir constante, ha llegado a designar la mezcla progresiva y cada vez más en distintas proporciones , de “lo gitano” con “lo andaluz”, agachonándose que diría un cañí. El flamenco es patrimonio andaluz sin distinción de etnias y probablemente el mestizaje cultural que se dio en Andalucía con musulmanes, cristianos, judíos y gitanos… sea el origen de este género tan nuestro. Finalmente decir que la grandeza del cante flamenco (el cante, el toque y el baile son sus principales facetas) me parece a mí, está en: La elipse de un grito, / va de monte / a monte que dijo Lorca, donde abre ventanas a la alegría / sin postigos y sin rejas porque la sed de vida, frente al desprecio que ha sufrido: Al aire de una guitarra, / con una voz, siempre pueblo, / se hace libre y libre escapa. De monte a monte, el flamenco se ha expandido por toda la tierra.

Veinte años ha permanecido olvidado en un cajón este Romancero flamenco. La razón: al no ser yo ni estudios ni conocedor del cante flamenco (tan sólo me movió a escribirlo el recuerdo de mi padre), y por ser un libro nacido al margen de la poesía que venía escribiendo no me atreví a darlo para su publicación. Eirene Editorial, ahora, apuesta por él, lo publica y yo lo agradezco.

Manuel López Azorín
Quienes estén interesados en este libro pueden conseguirlo tanto en papel como en Ebook en estas direcciones:



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